Desde hace un tiempo llevo haciendo fotografías, siempre de una manera personal y sin ninguna intención de publicación. Esta visión onanística ha ido cambiando, y tengo la necesidad de compartir con otras personas lo que siento al capturar imágenes. Quiero presentaros una fotografía siempre que pueda, y si os parece, podéis comentar que os produce al verla. Si finalmente os gusta, y queréis haceros con una copia, todas están a la venta. Bienvenidos a mi "Objetivo".
viernes, 17 de abril de 2020
Patriarca de Chigaco -- Patriarch of Chicago
Patriarca de Chicago -- Patriarch of Chicago
Me gusta la gente de las ciudades. Los habitantes del barrio.
I like city people. The inhabitants of the neighborhood.
Esta fotografía en mi opinión podría encuadrarse en la línea de los grandes fotógrafos del siglo XX que, al igual que en este caso, dieron testimonio de la vida anónima de las grandes ciudades europeas y americanas. En la instantánea pueden apreciarse tres planos fundamentales en los que un grupo diverso de figuras atraen nuestra mirada. Empezaremos por el más inmediato: se percibe aquí la imagen estática de tres agrupaciones de personajes. La situada a la izquierda está formada por una pareja que se detiene contemplativa. El hombre mira al frente pensativo, como queriendo avanzar, lo cual sólo sucederá cuando la mujer se lo permita. Ella parece distraída y curiosa por algo que atrae su mirada y le produce curiosidad, y la mantiene expectante. Sólo cuando su curiosidad sea saciada podrán reanudar la marcha, olvidando para siempre qué es lo que ocasionó su detención. En el centro de la imagen encontramos otro grupo de dos figuras, una tras la otra: la primera es la de un anciano que, apoyado en lo que parece ser un tosco bastón, quiere torpemente avanzar. A sus espaldas un hombre joven ataviado con un pantalón de camuflaje está quieto con la cabeza gacha, atento a todo lo que le está diciendo su móvil y abstraído por tanto del mundo que le rodea, el cual, por un instante, no parece existir para él. En el lado derecho otro hombre, igualmente inmóvil, consulta su teléfono o, más bien, teclea en él un mensaje que le resulta inaplazable enviar a su, desconocido para nosotros, remitente. Los tres grupos poseen identidad propia. El segundo plano, posterior, muy próximo al primero y contrastando con él, es dinámico; son dos grupos de personas que discurren transversalmente por la acera, sin detener su paso y sin que aparentemente nada les distraiga en su camino para llegar a su meta. Por último, el tercer plano no lo es propiamente. Es la perspectiva fugada de la calle con sus farolas, arboles, automóviles, peatones que van y vienen, en la que bulle el murmullo, el sonido y la agitación de la gran ciudad, en la que los afanes individuales conforman un todo unitario en el que la individualidad de los personajes de los planos primero y segundo quedará diluida en el preciso momento en que se rompa el instante mágico captado por la cámara.
Esta fotografía en mi opinión podría encuadrarse en la línea de los grandes fotógrafos del siglo XX que, al igual que en este caso, dieron testimonio de la vida anónima de las grandes ciudades europeas y americanas.
ResponderEliminarEn la instantánea pueden apreciarse tres planos fundamentales en los que un grupo diverso de figuras atraen nuestra mirada. Empezaremos por el más inmediato: se percibe aquí la imagen estática de tres agrupaciones de personajes. La situada a la izquierda está formada por una pareja que se detiene contemplativa. El hombre mira al frente pensativo, como queriendo avanzar, lo cual sólo sucederá cuando la mujer se lo permita. Ella parece distraída y curiosa por algo que atrae su mirada y le produce curiosidad, y la mantiene expectante. Sólo cuando su curiosidad sea saciada podrán reanudar la marcha, olvidando para siempre qué es lo que ocasionó su detención. En el centro de la imagen encontramos otro grupo de dos figuras, una tras la otra: la primera es la de un anciano que, apoyado en lo que parece ser un tosco bastón, quiere torpemente avanzar. A sus espaldas un hombre joven ataviado con un pantalón de camuflaje está quieto con la cabeza gacha, atento a todo lo que le está diciendo su móvil y abstraído por tanto del mundo que le rodea, el cual, por un instante, no parece existir para él. En el lado derecho otro hombre, igualmente inmóvil, consulta su teléfono o, más bien, teclea en él un mensaje que le resulta inaplazable enviar a su, desconocido para nosotros, remitente. Los tres grupos poseen identidad propia.
El segundo plano, posterior, muy próximo al primero y contrastando con él, es dinámico; son dos grupos de personas que discurren transversalmente por la acera, sin detener su paso y sin que aparentemente nada les distraiga en su camino para llegar a su meta.
Por último, el tercer plano no lo es propiamente. Es la perspectiva fugada de la calle con sus farolas, arboles, automóviles, peatones que van y vienen, en la que bulle el murmullo, el sonido y la agitación de la gran ciudad, en la que los afanes individuales conforman un todo unitario en el que la individualidad de los personajes de los planos primero y segundo quedará diluida en el preciso momento en que se rompa el instante mágico captado por la cámara.