Desde hace un tiempo llevo haciendo fotografías, siempre de una manera personal y sin ninguna intención de publicación. Esta visión onanística ha ido cambiando, y tengo la necesidad de compartir con otras personas lo que siento al capturar imágenes. Quiero presentaros una fotografía siempre que pueda, y si os parece, podéis comentar que os produce al verla. Si finalmente os gusta, y queréis haceros con una copia, todas están a la venta. Bienvenidos a mi "Objetivo".
Esta dramática fotografía se desenvuelve en dos únicos planos; el primero, estático, es el de la estampa de la concentración del hombre que inestablemente sentado en el resalto de la base de una farola mantiene absorto ante sus ojos una publicación que parece mirar o leer aunque, quizás, su mente se encuentre muy lejos. El segundo plano, extenso y profundo, recoge el ambiente dinámico de una gran ciudad que se muestra indiferente a todo lo que no sea su propio discurrir. Es la imagen del contraste entre lo estático y lo dinámico, entre la abstracción de lo individual inmerso en un contexto colectivo que lo ignora y el propio contexto colectivo al que también se muestra indiferente el protagonista de la imagen. Son dos indiferencias ambas activas y contradictorias, la una inmersa en la otra, que discurren paralelas, juntas y separadas por su indiferencia mutua. En pocas palabras es el espejo vívido del discurrir común de una gran ciudad.
Deteniéndonos en la imagen del primer plano, que es realmente la que protagoniza y da sentido a la fotografía, encontramos también un fuerte contraste entre la solidez y rotunda verticalidad de la farola y la basa sobre la que descansa, con la fragilidad del hombre que en ella se sienta precariamente. La farola simboliza la seguridad de lo perdurable, el hombre con su indiferencia a cuanto le rodea es el símbolo de la precariedad. Todo en él, salvo su concentración en la lectura o el ensimismamiento en sus propios pensamientos, denota, pobreza y soledad. Su vestir es raído y desaliñado al igual que su mal peinada cabellera. Seguramente es uno de tantos marginados que propicia la gran ciudad y, por eso, es tan profundamente humano.
Buenos días, Carlos. Siempre te digo lo mismo, pero toda la cantidad de comentarios que te producen mis fotografías son una barbaridad. La soledad siempre me fascina, me provoca más sensaciones que cualquier otra actividad. Muchas gracias, Carlos.
Esta dramática fotografía se desenvuelve en dos únicos planos; el primero, estático, es el de la estampa de la concentración del hombre que inestablemente sentado en el resalto de la base de una farola mantiene absorto ante sus ojos una publicación que parece mirar o leer aunque, quizás, su mente se encuentre muy lejos. El segundo plano, extenso y profundo, recoge el ambiente dinámico de una gran ciudad que se muestra indiferente a todo lo que no sea su propio discurrir. Es la imagen del contraste entre lo estático y lo dinámico, entre la abstracción de lo individual inmerso en un contexto colectivo que lo ignora y el propio contexto colectivo al que también se muestra indiferente el protagonista de la imagen. Son dos indiferencias ambas activas y contradictorias, la una inmersa en la otra, que discurren paralelas, juntas y separadas por su indiferencia mutua. En pocas palabras es el espejo vívido del discurrir común de una gran ciudad.
ResponderEliminarDeteniéndonos en la imagen del primer plano, que es realmente la que protagoniza y da sentido a la fotografía, encontramos también un fuerte contraste entre la solidez y rotunda verticalidad de la farola y la basa sobre la que descansa, con la fragilidad del hombre que en ella se sienta precariamente. La farola simboliza la seguridad de lo perdurable, el hombre con su indiferencia a cuanto le rodea es el símbolo de la precariedad. Todo en él, salvo su concentración en la lectura o el ensimismamiento en sus propios pensamientos, denota, pobreza y soledad. Su vestir es raído y desaliñado al igual que su mal peinada cabellera. Seguramente es uno de tantos marginados que propicia la gran ciudad y, por eso, es tan profundamente humano.
Buenos días, Carlos. Siempre te digo lo mismo, pero toda la cantidad de comentarios que te producen mis fotografías son una barbaridad. La soledad siempre me fascina, me provoca más sensaciones que cualquier otra actividad. Muchas gracias, Carlos.
ResponderEliminar